República Dominicana sufre estrés hídrico y escasez crónica de agua a pesar de su enorme potencial hídrico (25.000 Mm³, 2.378 m³/año/persona, precipitaciones anuales superiores a los 1.400 mm). El desarrollo hidráulico del país es muy deficiente y, según el INDRHI, el 65 % del agua de lluvia se pierde en el mar. Con 36 presas oficiales, solo se almacena el 9% del total.
El crecimiento de la población y de las zonas urbanas, unido al fuerte desarrollo industrial y del turismo, están provocando que el gasto de agua sobrepase la capacidad regenerativa de los caudales y fuentes de agua del país. Además, el sector agrícola, con sus sistemas tradicionales de riego, sigue siendo el principal consumidor (82%).
Uno de los grandes retos es mejorar la red de distribución de agua hasta las acometidas en los hogares. Aunque el agua de las plantas de tratamiento es potable, según el INAPA, los problemas de alcantarillado y almacenamiento finalmente la convierten en no apta para consumo humano. Además, solo un 10 % de las aguas residuales son recolectadas por los sistemas de alcantarillado y menos del 20 % recibe algún tipo de tratamiento.
República Dominicana sufre estrés hídrico y escasez crónica de agua a pesar de su enorme potencial hídrico
El sector de agua se rige todavía por la ley anterior del año 1966 y la Ley de Aguas y la Ley de Agua Potable y Saneamiento llevan más de 20 años esperando aprobación. En 2020, se creó el Gabinete del Agua y a través de él se ha firmado el Compromiso Nacional del Pacto para el Agua y se ha anunciado la inversión de 8.850 millones US$ durante 15 años en la mejora de la infraestructura hídrica y la sostenibilidad de los recursos. Entre las prioridades de este compromiso se encuentran la modernización y aprobación definitiva del marco institucional y legal para la gestión del agua, aumentar las inversiones, la construcción y rehabilitación de presas y un mayor fomento de alianzas público-privadas.